....poesía actual

 

Francisco Garamona
Una escuela de la mente
Ed. Eloísa Cartonera

Por Carla Alanis

Garamona es artista plástico y músico y, como poeta, logra un bello entramado de relaciones simpáticas en estos poemas, forman este libro versos largos e imágenes efímeras, etéreas, frágiles, pasajeras que en conjunto y lentamente se solidifican como partículas del aire ingresando a los pulmones: la rapidez de la respiración es imperceptible pero la descripción del proceso es larga y finalmente la oxigenación de la sangre es vital.
El yo que aquí aparece trae recuerdos para otro indefinido, quizás porque no necesite definiciones aquel que intrínsecamente forma parte del nosotros desde el cual se construyen estos fragmentos del apsado en forma de recuerdos. Recuerdos no melancólicos sino evocativos, una cotidianeidad pasada anquilosada en acuarelas, grabados, impresiones, dibujos, formas visuales, pinceladas. La mirada y la rememoración se unen voluntariamentequeriendo significar, en el presente, como un puente entre ese pasado de acciones habituales ligado al presente por el acto de escribirlo y así enaltecerlo. La percepción que lo describe todo se recrea a sí mismo y al otro, a su cuerpo, los lugares de encuentro, los sonidos percibidos, la presencia por completo, con la posibilidad de construir la atmósfera perfecta: "entre las ramas podridas, que buscan un sentido / diagonal a este estirarse casi en la molienda de unos brazos, / donde se pase un tiempo a la vez sencillo, simple, / siempre conjurado, príncipe y mendigo de sí mismo.
El sentido oblicuo de quien significa a partir de una imagen, no del lenguaje, de quien crea formas y luego las describe, “Al acostarnos oíamos unos pasos de algodón que nos rondaban, / mientras alguien debajo nuestro seguía con sigilo unos ratones. / Igual en el lavadero los fondos de la casa se acunaban . / Y parecía la región dormida de un barco, o el diagrama / de un punto que se fijaba a la hora de dormir.” La escritura aquí es solidaria de una experiencia enteramente compartida y presencial, visual, palpable cuando la visión está vedada, cargada de música que evoca un momento, como un guiño, a ese otro que estaba ahí.
Hay una idea que puede y, de hecho, existe entre ellos, de un objeto que toma forma y la hace propia, reconocible: “De esta casa me queda una idea, / algo que puede continuarse indefinidamente”. Asistimos a la fugacidad del objeto pero vemos su forma, algunas de sus vetas y es imposible detenerse para verla mejor, para hacerla más comprensible porque el poema se clausura sobre sí haciendo que sólo el diagrama tenga sentido, oblicuo, porque en sí no se define, hay otro punto ante el cual se compara (la comparación es un recurso excelentemente explotado aquí) y siguiéndolos se dibuja una línea que cierra el poemas sobre sí, circularmente, orgánicamente, como la respiración.
Entonces, dos patos, el sonido de ellos y su vuelo son “como una percepción cambiante” ante la cual se rinde culto “Porque mirarlos también era detenerse, / ver surgir los materiales descentrados / donde una idea del mundo persistía” y es que la mano que delinea el trazo entre dos puntos buscando la simpatía entre ellos, una conexión intrínseca, lo hace a partir de sí misma, de su propia voluntad porque ésta es puro regocijo, delectación: “Si el tiempo pasado sigue vivo, / si encontramos las razones del por qué de algún gesto, / y una gamuza se corre lentamente y la chica/ de ojos de gamuza se pervierte junto a nosotros”