....poesía actual

 

Cooperativa Editora El Calamar
9 libritos
Bahía Blanca, 2004

Por Romina Freschi


En algún momento se habló de la resistencia al libro como objeto clásico para la poesía de los últimos años. Lo cierto es que las ediciones pequeñas, llamativas, los objetos, las fotocopias han contribuido a una mayor disponibilidad de libros de poesía y también a una mayor circulación. Si hasta hace minutos se hablaba de Siesta, Vox, Byf y luego Eloísa Cartonera, entre muchos otros, los 2000 y pico traen una marejada de fotocopias, fanzines, plaquetas y manualidades (*) que hacen posible que los autores más jóvenes que los jóvenes, como aún se categoriza a los que suelen integrar aquellas colecciones, puedan publicar sus primeros y no tanto, trabajos, accedan a un círculo mayor de lectores y den fuerza a la presencia que la poesía está teniendo en el ámbito cultural. El resultado de la cantidad, claro, no es directamente proporcional a la calidad, pero esa relación aleatoria se halla sobreentendida, y lo cierto es que la organización de estos miniemprendimientos deja traslucir una preocupación seria por el trabajo de la poesía. Tanto para las pequeñas revistas como para las colecciones, los grupos de trabajo son de un notable eclecticismo y una confianza grande en el intercambio de las apuestas estéticas. Del lirismo más tradicional, hasta el retruécano más surrealista, pasando por apuestas más realistas, más pop, más chabonas, más academicistas ofrecen ejercicios y apuestas, para todos los gustos, y para el gusto del diálogo sobre todo. Entre estos emprendimientos uno de los ejemplos más deliciosos me resulta la reciente Cooperativa Editora El Calamar, que a fines del 2004 estrenó nueve títulos en distintos tamaños y colores de libritos hechos a mano y con la PC. La colección se define como "de poesía" pero eso no quita la posibilidad de editar una tira cómica como la de Pedro Farías, excelente, por cierto. La poesía "propiamente dicha" está a cargo de una sutil y exacta Marina Yuszuck, una sensorial aunque medida, Eva Murari, un reflexivo y libre Francisco Cantamutto, un minimal Daniel Molina, una cotidiana Beila Palma, una repostera Lucía Blanco, un narrativo Marcelo Díaz y un crónico Mario Ortiz. El resultado de la lectura conjunta es una paleta de sensaciones amplias y sumamente agradable. La colección aprovecha al máximo su formato. La obligada brevedad de los materiales no tiene como consecuencia ni incompletudes ni medios caminos. Los libritos están perfectamente equilibrados y cada uno ofrece una experiencia con ritmo propio y que es un complemento para la colección. Esto habla muy bien de cada autor, por supuesto, pero también del trabajo de edición que lleva a cabo la Cooperativa El Calamar, cuyos integrantes se reúnen periódicamente a tratar de "pensar a la literatura como eso, un trabajo que se hace entre muchos, porque así como hay uno que escribe y otro (o el mismo) que lo edita, hay uno que imprime, uno que distribuye, uno que lee, comenta, recomienda, hace una devolución al que escribió, y así." dice Marina Yuszuck. Más información calamaresensutinta@latinmail.com

(*) Por mencionar solo algunas, Ésa, Peces en el Pelo, Guacha editoria, Junco y capulí, Tulp, Pistilo, Zorra, El Calamar, Billa, Color Pastel, entre editoras y revistas. Digo esto de los más jóvenes porque hay entre los impulsores de estos proyectos, mayoría de nacidos a fines de los '70 y principios de los '80. Sin que esto signifique una restricción, ni un determinante sí es un indicador de la participación de nuevas generaciones.