Jorge Naparstek

A veces busco, en los paisajes cotidianos, alguna rendija por donde ver los hilos que nos atan a las cosas o a su ausencia. Otras me dejo arrastrar por el torrente de música que resguardan las palabras. Ambas miradas conviven para encontrar algún eco o bumerang que me traiga indicios de este paisaje. Después hay que volcar esa semilla en el vehículo más apropiado. Hace mucho leí que si algún estímulo bloqueaba, por saturación o por otro medio, la percepción racional, el receptor abría canales libres de moldes y preconceptos. Una línea directa al inconciente. Sin certezas, a tientas es la cosa. Busco lectores que no se asusten, dispuestos a saltar a quién sabe donde. Para encontrar quién sabe qué. La oferta no es muy atractiva. Sin embargo, a pesar de los golpes, volvemos una y otra vez.

Del contexto social :me cuesta mucho ordenar con exactitud los recuerdos, pero el 73 es una marca. Entré en letras, cursé un semestre y dejé para entrar al conservatorio a estudiar traversa. Estuve en la Plaza cuando asumió Campora. Para entonces ya había leído a Ginsberg y cia. que conocí via “Eco Contemporaneo”. Un remezón del mayo francés y el Cordobazo, Marcuse y los anárcos con los sentí una afinidad que perdura. No sé cómo llegué hasta la Olga Orozco Las ediciones de ”Fabril”: la antología surrealista, Michaux, Pessoa. Henri Michaux fue una sacudida importante que sigue viva. Pero la poesía pasó a ser algo íntimo, que se acomodaba en los lugares que le dejaba la música. Hasta que la música de las palabras fueron recuperando su lugar.

Como versos preferidos elijo:

azul sobre negro
cuatro cortos oasis
puntúan su día

...................................................

lila sobre verde
ella espera
sentada
entre pétalos caídos

 

Me gusta el diálogo rítmico que hay entre estas dos zonas, como si fueran antecedente y consecuente .

 

Hace veinte años que vivo en Córdoba. Estudié composición y algunos instrumentos de viento, flautas traversas y de bambú, saxo alto, clarinete y clarinete bajo (el que mucho aprieta poco abarca). En junio del 2005 me encontré con Romina (magia existe) y trabajamos en un taller (distancia no) .Tres años y medio, si no me equivoqué. Tengo publicados “cuerpos de estación” en la editorial municipal de Córdoba y “shampú en los ojos” en la editorial “del dock”

AP/AC Invitada Especial: Patricia Jawerbaum

 

- Arte Poética:

Me gustó esta definición que leí en algún libro de Nietzsche, atribuida a Schopenhauer:

La luz que persistía

la piedra que resistía

No hablaba de poesía específicamente, pero es un modo de intuirla. Una fuerza, un hacer insistente, un estar ahí eternamente por un instante.

Poesía es un estado. Una zona que se abre. Un laberinto, y como dice Lorenzo García Vega, no te mueras sin uno. Es un pasadizo que se despliega del lenguaje, del que no se sale indemne sino tocado, herido, por una experiencia. Laberinto al que se puede entrar, como en la película que así se llamaba, solo de sesgo, cambiando la mirada porque decían “las cosas no son lo que parecen”. Y es caminando al sesgo como, ante la llave cuerpo que apuesta, se aparece una abertura en lo que parecía una pared sólida y sin fisuras. Una invitación, un llamado, una entrada.

Lewis Carroll en Silvia y Bruno escribe:

La siguiente pregunta es ¿cuál es el mejor momento para ver a las Hadas? Creo que lo sé todo sobre ese asunto. Debe ser un día muy caluroso, lo cual podemos considerar como algo establecido y hay que estar un poco adormecido, pero no tan adormecidos que no se pueda conseguir tener los ojos abiertos, ¿eh?. Bien; además, hay que sentirse un poco, podríamos decir, “encantado”, los escoceses dirían eerie, y quizá sea una palabra más bonita. Si no sabes lo que significa, me temo que difícilmente pueda explicártelo hay que esperar hasta que uno se encuentre con un Hada para saberlo. La última condición consiste en que los grillos no deben chirriar. No puedo explicarlo ahora con detalle. De momento, es suficiente con saber que es así...”

Hay condiciones, preparativos, para entrar: las vueltas del perro antes de acomodarse en su lugar a descansar. Para Carroll el silencio de grillos es silencio que despierta. Prepara la escena, da lugar a que algo pase. Uno podría pensar en el silencio necesario del chamuyo cultural, sea este adecuado a las pretensiones del barr(i)o o del marfil. A la vez tener los ojos abiertos y sentirse un poco encantado, porque no se trata de dejarse vencer por el sueño, ni de salirse de la realidad. Estas son algunas de las claves para entrar en ese estado o zona. A partir de ahí aparece este nuevo viejo territorio, viene a poblar “el otro lado” con todo lo que pueda de allí extraerse, contrabandear, en un ir y volver de las percepciones que así habilitadas pueden habitar la lengua, transformar el lenguaje, ser habitadas y transformadas dentro del propio zoológico de voces, música y palabras. Territorio listo y apto para entregarnos al juego de las metamorfosis.

Veo al poema como un contundente grupo de palabras aliadas en ataque contagioso de potencia. Potencia de magia evocante, convocante ( que con vos cante ). Entre el cielo y la tierra, la música del pensar. Una fuerza liberada que provoca felices encuentros entre distintas torsiones de la lengua. Crea escudos de protección. hechizos. “ spells” . Al decir de Agamben en Magia y Felicidad “el nombre secreto era el nombre con el cual la criatura era llamada en el Edén y, pronunciándolo, los nombres manifiestos, toda la babel de los nombres, cae hecha pedazos. Por esto, según la doctrina, la magia llama a la felicidad. El nombre secreto es en realidad, el gesto con el cual la criatura es restituida a lo inexpresivo. En ultima instancia, la magia no es conocimiento de los nombres, sino gesto: trastorno y desencantamiento de nombre .”

También se puede pensar que el hechizo o conjuro es “a” ¿quién?. Invocante. Lleva y trae un “alguien”. En ese sentido cito a Reynaldo Jiménez: “¿No es la escritura, la poética un entrenamiento en la telepatía?. Ese destino de toda poética: devenir telepatía. Comunión” . Un diálogo posible de los vivos con los muertos de ayer y de mañana. En torno al misterioso agujero negro de la presencia, que las atrae en sobrevuelo hacia su centro. Fragmentos a su imán de Lezama. Reynaldo cita a Machado: : No es el yo fundamental/eso que busca el poeta/sino el tu esencial ....”. Agrego a H.D.:

“take me anywhere,

anywhere I walk into you ”.

“Nunca se sabe cómo aprende (yo diría escribe) alguien (yo), pero cualquiera que sea la forma en que aprende (escribe), siempre es por medio de “signos”, al perder el tiempo y no por asimilación de contenidos objetivos”. señala Deleuze hablando de Proust. Todo esto para decir que escribo perdiendo mucho el tiempo. Escribo precedida (picada) por algún tipo de embriaguez: de algún amor, de la tragedia, del dolor, del pensamiento (la música del pensamiento), del paisaje. Me inspira el paisaje cuando pasa a ser un insaje, invento de Gerard Manley Hopkins. “la melodía es lo que me sobrecoge en la música y el trazo en la pintura, asimismo el diseño, la configuración a la que suelo llamar el insaje.. .” Una extraña aura que puede convertir la experiencia en construcción de una morada. Pellicer: “estar en árbol a veces ” o “ algo en mi sangre viaja con voz de clorofila” Me entrego al campo, a la superficie que emana de esos restos de la experiencia, de esos signos o palabras en que ingresaron las fuerzas. Me cito: s er como el sueño/que con los retazos /construye su fe.

Tengo cuadernos que siempre llevo conmigo para anotaciones, por lo general tomo notas de lecturas a las que se mezclan pensamientos, restos de sueños, palabras sueltas, de pronto algún protoverso. Ese que llama a otros. A veces escribo por “chorros”, y después trato de mantener la confianza del escultor que va quitando lo que sobra a lo que ahí está esperando ser encontrado. No es pureza en el decir lo que busco (ya lo dijo Michel Tournier: la pureza es el vitriolo del alma) pero navego entre la suavidad de un cielo limpio y la suciedad híbrida de algo que siempre tiende al desajuste, al quiebre, al golpe, al “rompo todo”. En ese sentido de pronto puedo obrar como la Morticia de los locos Adams y al cortar las cabezas de las rosas para quedarme con los tallos bien espinosos mirar con desdén lo que en otros momentos busco a hachazo limpio: el cuerpo carnoso de pétalos rebosante de salud perecedera que acaba de caer decapitado sobre el suelo. Tal vez esta contradicción o prefiero llamarla paradoja, sea parte de mi doble la bailaora. El bailaor flamenco es así de desquiciado en su dulce y feroz pataleo:

"Violencia del golpe ", describe Georges Didi-Huberman, "y sutileza aérea (polvorienta, casi aurática) del rebote en el suelo. Como si el choque local de los tacones contra el tablao engendrase un fuego global expandido por todo el espacio a partir del elemento hacia el que este baile parece dirigirse: la tierra".

Así el poema puede sacar fuerzas de apretar ese resorte .

“Al bailar no sólo se forman en el espacio bellas y etéreas figuras con el cuerpo, también se crean impurezas, se golpea y martillea el suelo, se altera el entorno material en el que el danzante se mueve. Martillear el suelo con un pataleo colérico y alegre (burlesco) fue lo que hizo una noche de embriaguez Georges Bataille para demostrarle a Sartre que era un "filósofo bailarín"

Reescribo mucho. Me gusta pasar por varias capas: la sensación voluptuosa de la escritura a mano (l as olas cursivas de apetitosa curva ensimismada ), después el momento de recorte o hachazo. Lo que subsiste llega a pasar por el teclado de la computadora, después al print y la lectura y una nueva intervención en la que mas que corregir peino esa rebelde cabellera con paciencia de madre, pero considerando los remolinos, peino en diversos sentidos y dejando que se impongan los volúmenes que pide. Por otra parte me gusta pensar en distintas capas, me gusta la palabra en inglés: layers que además me suena a recostarse en, dejarse estar, dejarse caer. (mientras oigo : lay, lady, lay, de Bob Dylan ). Capas o estratos, superponiendo sus músicas, ritmos y rastros.

Si tuviera que esperar algo de un lector, y fundamentalmente me incluyo como lectora: Un mano a mano con alguien en la intimidad de un silencio compartido. La felicidad que puede dar la experiencia de lectura. Realmente creo en esa telepatía como citaba antes , en una comunicación capaz de atravesar todos los tiempos y espacios, tal vez poder apropiarse de una neo-temporalidad que me tergiverse del todo. Comparto esta idea de Roberto Echavarren: “Cada lectura recontextualiza, equivoca, quema el material poético en el sacrificio cotidiano de otras vidas que responden a otras circunstancias y particularidades. No se lee a un poeta, ni siquiera un poema. El poema puede ofrecer un “mordisco” de “intuición placentera” porque reconocemos en él algo inesperado que nos afecta, nos parece interesante, hermoso, de acuerdo a una circunstancia personal, por cosas que nos han sucedido y nos preparan. El juicio estético, entonces, depende de cada uno. Su poder de convicción lo hace aparecer como universal, pero de hecho resulta singular. Es, pues, un universal no lógico”.

 

-Influencias del campo cultural:

Trabajé mi poesía en distintos talleres de lectura y escritura en lo que ya me parecen distintas vidas pasadas. Con Silvia Kohan y Ariel Rivadeneira en mi adolescencia más temprana, con Nicolás Bratosevich, Arturo Carrera y Daniel García Helder, y el último hace unos diez años con Tamara Kamenszain. Nunca dejé de escribir o de bailar pero siempre tratando de dejar que el proceso de escritura marche a su tiempo.

Seré algo desprolija para enumerar y tal vez en otro momento elegiría otras series. Al acordarme de unos desestimando otros siento que me provoca una tentación de agujero negro, una sombra que se agita desde afuera de esas elecciones o campos de imantación que me llama, pide atención y que en algún momento puede pedir audiencia. Espero tener una nueva oportunidad para hacerme-hacerle justicia.

Hay tres autores que entraron mucho en mi cuarto este último año: Michel Tournier; Lewis Carroll, Selma Lagerlof, escritora que descubrí gracias a que leo mucho con mi hijo, Dylan, o mejor debería decir: nos leemos mucho con mi hijo Dylan –porque pensándolo bien Dylan mismo es mi libro de cabecera favorito-.

Acabo de redescubrir la poesía Ashbery gracias a las traducciones de Roberto Echavarren en reciente edición de la colección La flauta mágica. En cuanto a mis coetáneos a los que siento en este momento más cerca de mi intuición o corazón poético, y como fascinaciones insistentes: Roberto Echavarren, Reynaldo Jiménez. ná Khar Elliff-ce a quien me une tanto más que la poesía desde hace unos cuantos años. A los que pasan y pasaron por la variable y movediza tribu alógena, que con sus performances y su producción resultan el mejor estimulante, en particular de Violeta Percia, Ume Zeeb, Juan Salzano, Lucio Arrillaga, Julio Azcoaga, Sergio Uzal. Incluyo en esta tribu personalizada para la ocasión a Gabriela Guisti (con su poética del color y el espacio) y a la traslucidez de las voces que me tocan desde la bella poesía de Liliana Ponce. Muchos son los textos que me llegaron a “tocar” en algún momento. Para nombrar algunos, los de Gabriela Bejerman, de Romina Freschi, Román Antopolsky , Aníbal Cristobo.

En cuanto a los que siento de tanto leerlos ya una vecindad a la que volver cada tanto a sentirme en casa y también, por eso, los considero contemporáneos: Lezama Lima, que siempre me cura y sorprende. A el se anudan en mi imaginaria era Martín Adán, Vicente Huidobro, Marosa di Giorgio . - C onocí la poesía de Marosa por la revista Ultimo Reino. Y también a través de la revista a Víctor Redondo, su poética y la de los que editaban en Ultimo Reino en ese momento, así pude leer a Arturo Carrera, Emeterio Cerro, Reynaldo Jimenez. Casi diría que fue una nueva iniciación para mí en una poesía que no conocía tanto. En los textos ahí publicados re-conocí una perspectiva, más cercana a mi percepción del lenguaje poético en ese momento, aunque yo siempre me sentí “rara” o afuera.

La lista sigue, más que nada con los que me hicieron feliz entregándome a lecturas con las que tuve los matrimonios más plenos, con las que me volvería a casar en cualquier momento:

Paul Valery; Madariaga, Michaux, Viel Temperley, Macedonio Fernández, Jules Supervielle; Gerard Manley Hopkins; Mallarme, Marcel Shwob, Cyrano de Bergerac; casi todos los poetas incluidos en el Medusario; Marina Tsvetaieva, Carlos Pellicer, Mirko Lauer; T.S Eliot; Salvador Elizondo, Lorenzo G. Vega; Héctor Libertella. Vaya mixtura explosiva!. Seguramente hay más. También debo momentos de enorme felicidad a Gastón Bachelard, y al que no deja de sorprenderme por su luminosa precisión conceptual y evaporación poética a la que soy tan vulnerable: Gilles Deleuze, a veces tan peligrosamente generoso dando de comer a todo y a todos. La lógica del sentido me inspiró un largo cuento para niños informales.

-Contexto sociocultural:

Con respecto a la historia, al contexto, país, ciudad, cada texto poema es portador de mundo. Hace mundo, puede hacer país, o ciudad. A veces son hilos invisibles con los que estas ciudades se tejen, y se cuida bien de ellas porque siembran la verdad de un cuerpo en potencia de obrar. Claro que usamos lo que nos llega, lo que tenemos, pero la patria, la tierra, es un híbrido, una calidez en el corazón, mezcla de adentro y afuera. Algo que labra el estilo, no las notas de color o palabras de un urbanismo aggiornado o costumbrismo localista. Me quedo en este sentido con el “criollo del universo”, de Madariaga. Y en relación a la tierra, me parece iluminador lo que en la conferencia antes citada sobre Didi Huberman dicen: “A juicio de Didi-Huberman la tierra puede ser irremplazable, pero no inamovible: pues se agrieta y deshace, sufre continuos seísmos y perturbaciones tectónicas, es alterada por la mano del hombre (que la cultiva y cercena desde hace miles de años), es afectada por numerosos fenómenos meteorológicos... En definitiva, la tierra, en sus distintas acepciones (como materia -suelo, superficie...-, como concepto identitario -país, pueblo...) puede moverse, puede experimentar modificaciones”

Pienso lo contemporáneo como un destino, un azar explosivo de confluencias de lo hecho y lo por hacer. No creo en el tiempo lineal. en el pasado pisado y lo contemporáneo como un valor per se o no. Pienso a la poesía como el toque. dona o no, anda o no anda. habla o está muda en gracias a misteriosos resortes que se activan o no en determinado momento para alguien. Como en los sueños, el tiempo no es lineal y el espacio móvil. Así que es difícil detectar que de mis tiempos integran una constelación tan híbrida como diversa. Solo logro discriminar, en el sentido positivo de esa palabra tan degradada, separando el trigo del trigo, algunos de los pulsos que mi capacidad mudable de lectora alcanzan a componer en este momento, escriban hoy o hayan escrito hace un siglo o aún no hayan escrito nada (niños).

Cuando algo funciona como poema para alguien genera, hace gala de su autogeneración eterna. Su big-bang privado (su big bang o boingo bong diría ná-Khar elliff- ce; universal ilógico diría Roberto Echavarren). En el poema somos todos esos jóvenes viejos atravesados por todas las edades de un por nacer. Después estarán las infinitas variedades en que se modulen las potencias poéticas. Sin encorsetarlas tan rápidamente con esas sordas categorías que enmudecen la singularidad de las voces que en ellas asoman. como el año de nacimiento o muerte de quien prestó su pluma.

Pienso en un colchón de voces. y de pronto oigo las voces que cantan con uno o hacen cantar, las que atraviesan el contexto en todas direcciones como una lluvia. La lluvia cantante de Saint John Pierce “ Oh lluvias! lavad en el corazón del hombre los más bellos dichos del hombre, las mas bellas sentencias, las más bellas secuencias, las frases mejor hechas, las páginas mejor nacidas” . Y esas voces son transgeneracionales de pronto encuentran en el poema el gran resonador, la justicia de una palabra agradecida a la que de pronto se le puede hacer oído. Y pienso en la dimensión del hacer de la poesía, la poesía como acto. Como la captación de una conciencia sin nombre que copia, que mima los gestos puros del tiempo y el espacio. Y encuentro este diálogo de Paul Valery en La idea fija :

“-¿Está pintando, pescando?, ¿pinta y pesca?

-Qué va, tengo lo necesario para pintar y para pescar. Pero ni los peces ni el paisaje tienen gran cosa que temer. No son más que pretextos... ¡simulo, amigo mío!....En realidad trato de no hacer nada, pero es duro. ¿Cómo hacer para no hacer nada? No sé nada en el mundo que sea más difícil. ...Tengo el mal de la actividad. No puedo no se estar sin hacer nada... así que llevo a un rincón desierto estos accesorios, símbolos evidentes de la vacación del espíritu. Ellos imponen la inmovilidad, prescriben pausas de larga y ninguna duración... miro de vez en cuando mi cesto vacío y mi tela completamente desnuda, y exhorto a mi cerebro a que los imite...y usted?”

Y para terminar siento a Deleuze que me dicta:

“... el arte nunca es un fin, solo es un instrumento para trazar líneas de vida, es decir todos esos devenires reales que no se producen simplemente en el arte, todas esas fugas activas que no consisten en huir en el arte, en refugiarse en el arte, todas esas desterritorializaciones positivas que no van a reterritorializarse en el arte, sino más bien arrastrarlo con ellas hacia el terreno de lo asignificante, de lo asubjetivo y de lo sin rostro”.

adentro de mi mano cerrada

el zumbido del insecto es peligrosa plegaria

 

 

Patricia Jawerbaum. Nacida en Buenos Aires, mayo 1967
Libros de poemas: Imprudentes Insensatas, 1990 Ed. Ultimo Reino Luna Park, 2000 Ed.tsé tsé. Tocada, edición de autor, 2007 inéditos: Los días contados (poesía) La hora entre dos luces (relato nouvelle para niñoides), Vista al mar (poemas), Las 36 estaciones (poemas).
Licenciada en psicología
Bailaora de flamenco (Espectáculos: Asta de Luna, Güena estrella del flamenco, Flamencorama -incluyendo poemas propios y poemas e imágenes de otros artistas).
Moradora de la Estación Alógena.

 

La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular Conferencia de Georges Didi-Huberman: Tierra y conmoción o el arte de la grieta

(escribí este poema hace unos años:

“Estoy muy atenta/y sin embargo/si el tiempo desea/vuela, desaparece

su velocidad es como la telepatía/del lector de novelas/que intensificada frente al mar

da a los sentimientos prestados/la intensidad del viento.

 

AP/AC El blog- Antología de poemas de todos los participantes

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