Una sucesión de fotografías que pasan por un gran telón para un paseante que se sienta en un banco de plaza
E N T R E V I S T A A G L A D Y S G O N Z Á L E Z S O L Í S
Por Romina Freschi
Del 16 al 20 de Noviembre de 2010, entre Santiago y Valparaíso en Chile tuvo lugar la segunda edición del Encuentro de Mujeres Poetas Conrimel. El primero había tenido lugar en 2006 en Coquimbo, también Chile (lo reseñamos en el número 11 de Plebella). Esta segunda edición multiplicó las actividades y las invitadas, que no fueron solamente del Cono Sur (Chile y Argentina,) sino de toda Latinoamérica. La organización fue tan cálida y eficiente como la primera vez; si bien los desafíos y los esfuerzos realizados fueron notoriamente muchísimo mayores, el resultado fue impecable y esperanzador: hubo público, hubo real encuentro y discusión y posibilidad de ver(nos)en los distintas aristas que nos conforman como artistas, a nosotras, las poetas, que nos encontramos allí.La responsabilidad de todo ello recae sin duda en la visión de Gladys González Solís, ideóloga y gestora de este proyecto, quien es además una sutil y delicada poeta que también sostiene una carrera académica. Es muy grato para mí entrevistar a Gladys e invitarla a hablar sobre su trabajo, que es tan tangible, concreto y cierto, que quizás no necesite mayores palabras. Creo sin embargo necesario intentar por lo menos transmitirles hoy el caudal de ese trabajo y lo cristalino de su compromiso con la literatura y con la vida.
RF:¿Cuándo y por qué empezaste a escribir?
Gladys González Solís: Comencé a escribir desde niña, pequeñas frases, pensamientos, luego textos ver-sificados que simulaban poemas. La razón fundamental fue mi desconexión en la vida escolar y cotidiana con chicos de mi edad, siempre estaba leyendo, estudiando, investigando todo lo que me causaba curiosidad lo que no era muy popular en mi barrio o colegio, por ende, esa desadaptación y soledad, que encuentro sana y necesaria a esta altura de la vida, me guió hasta la escritura para expresarme, liberarme y crear un mundo paralelo que puedo hacer y deshacer a mi antojo.
RF: ¿Por qué poesía? ¿Cómo fue tu encuentro con el género y qué te hace sostenerte en ella?
GGS: La poesía me parece un lenguaje natural para expresar emociones, para el desahogo, para invocar y detenerse en la alusión, en el objeto que es causal de la escritura, el verso me parece perfecto para eso. Da pie para la pausa, la respiración, el golpe de la imagen, la relectura, gráficamente es cómodo, sugestivo, atrayente. Yo escribo textos cortos, me acomoda más que la prosa, por lo que mi apreciación de las cosas puedo hacerla desde la poesía, desde mi experiencia, me gusta observar de sobremanera, imagino los versos como parte de un diaporama, observar me parece que es como corregir un poema una y otra vez, no hay mejor texto que estar en la calle y detener la mirada en cada particularidad de lo que parece habitual, cosa que no existe, la realidad es un entramado cruel, bello y alucinante.
RF: ¿Qué haces todos los días?
GGS: Nada extraordinario, en realidad: busco trabajo, encuentro trabajo, me despiden de los trabajos, de nuevo busco trabajo; cocino mucho, me encantan los colores de las verduras, los olores, meditar lo que se preparará según los comensales, el despliegue de la disposición de la vajilla y los cubiertos en la mesa, el rostro de satisfacción cuando algo está bien hecho. Me gusta mirar el amanecer, que en mi nueva ciudad, Valparaíso, es bellísimo porque tengo el mar en mi ventana. Me gusta imaginar historias y siempre intento desarrollar proyectos para estar con la cabeza ocupada, pero holgada, porque si no me comporto fatal, es fácil perder el tiempo en divagaciones torpes.
RF: ¿De qué trabajas o cómo obtienes dinero?
GGS: Soy profesora de castellano, hago proyectos, invento instancias de donde sacar dinero, talleres de poesía, aseo en casas, depende de la fortuna y las ganas.
RF: ¿Qué textos de poesía de los últimos años te han gustado?
GGS: Yo veo a la gente como libros, uno es su propio poema. Me parece que una mala persona no puede ser un buen escritor, jamás. En Valparaíso he encontrado poetas muy buenos que no han caído en el juego de la vanidad y la supuesta leyenda de fama y contactos que algunos creen que es la poesía, digo “encontrado” porque no me gustan mucho las lecturas y aglomeraciones por lo que no les conocía en profundidad, algunos ya tienen varios libros. Me gusta la escritura de Jorge Polanco, Rodrigo Arroyo, Felipe Moncada, estos dos últimos tienen una editorial llamada Inubicalista que tiene un interesante catálogo, entre ellos: Bernardo González Kopmann, Alejandro Lavín y Antonio Rioseco; de Santiago Juan Carlos Urtaza, Nadia Campos Prado, Malú Urriola, Damaris Calderón, Natalia Molina; del Sur Rosabetty Muñoz, Damsi Figueroa, Graciela Huinao, Roxana Miranda Rupilaf, entre otros.
RF: En tu poética hay una construcción muy fuerte del sujeto, si bien aparece siempre a través de los objetos y de los espacios y su carácter transitorio e intercambiable (y pienso en las camas, la ropa, las drogas y las calles, los bares, las ciudades), el sujeto - que bien podría denominarse nómade (en el sentido de Rosi Braidotti)- es muy conciso y trans-parente. Casi diría que es lo único que hay, lo único que sobrevive en los poemas ¿Cómo piensas esa construcción dentro y/o fuera del trance poético?
GGS: Yo escribo mi vida, algunos le llamarán realismo sucio, otros autobiográfico, otros pensarán que es un diario con una vida ridícula, no me interesa ninguna de las tres u otra que agregar, no por engreimiento sino porque la escritura es una cuestión muy personal, no se puede ser condescendiente ni indulgente por los condicionamientos que influyen en escribir de una u otra forma. Creo que la escritura es un riesgo y uno ve por qué vía toma ese riesgo con sinceridad y fidelidad a sí mismo, desde la apuesta por lo lírico hasta lo urbano, desde la poesía docta a las más sencilla y frágil. Yo aposté por algo que quería hacer, una forma de escribir, de vivir que es mía y nadie me la puede quitar aunque me saquen la lengua todos los criticones del mundo, y si pierdo el tiempo o no, también es mi asunto. Si es bueno o malo, es otra cosa, a mi simplemente me hace. Los escritores, los que se creen y los que lo son, a veces son más prejuiciosos entre ellos que mil conventillos de lavanderas, me llama la atención eso y me disgusta mucho.
RF: En la misma línea pienso la construcción de tu imagen. Por ejemplo en las portadas de tus libros te vemos de cuerpo entero. No es usual que el autor aparezca en la tapa de sus libros, al menos no en poesía (sí en algunos libros de extrema divulgación o en los discos de rock) y aún en los escritores que aparecen en las solapas de los libros la construcción de su imagen es siempre en planos cortos con fondos de jardines, bibliotecas o interiores, con objetos como máquinas de escribir, libros o flores, alguno quizás con su mascota, pero definitivamente son imágenes de reclusión. En las tuyas hay cuerpo entero, vestuario, pose, maquillaje, medio Audrey Hepburn, medio Siouxie o Nina Hagen, medio Bjork, medio Calamity Jane- y el fondo en los dos casos también urbano- y el cambio de fondo: de la gran avenida suburbana iluminada al baldío destruido estetizado por el graffiti. ¿Cómo pensás entonces tu imagen de poeta o escritora en relación a lo que impone el campo intelectual?
GGS: Creo que un escritor o cualquiera que quiera tener una vida sana, normal y lúdica no puede estar encasillado en un papel que se supone le corresponde por su actividad laboral o su status social. No hay nada más insano que la homogeneización en la sociedad porque en ella puede esconderse un psicópata, un asesino en serie o un gerente vestido de traje y corbata, en apariencia corriente, pero que pueden subir a una torre y comenzar a disparar a diestra y siniestra en un campus estudiantil. No tengo imagen en el campo intelectual o literario, hace tiempo la perdí o probablemente nunca la tuve, lo que me causa un infinito placer. Lo de las portadas es un juego, los libros son procesos fuertes, intensos, me quito un poco la carga que me dejan las experiencias escritas de esa forma, me entretengo con una amiga fotógrafa encontrando lugares raros, dignos de escenografías, lo disfruto, me río de mí misma.
RF: Siguiendo con la misma línea para abrir un poco más pensaba en uno de las charlas que tuvieron lugar en Conrimel del año pasado en el que Alejandra del Río hablaba de volver a ser “poetisas” y efectuar un corrimiento del centro del escenario hacia las bambalinas donde el trabajo real se realiza. Yo tomé unas fotos tuyas entonces en las que estás atrás de todo observando, preparando el catering, discutiendo detalles de organización y pensé que vos con tu rol central en el encuentro, ocupabas ese lugar de bambalinas. También en el Conrimel, Julieta Marchant men-cionaba que no existían muchas mujeres en roles técnicos de la industria editorial y que eso la había motivado para iniciar su editorial Cuadro de Tiza… Todo esto para preguntarte, claramente desde tu lugar de escritora, pero también desde tu lugar de investigadora, organizadora de Con Rimel y mujer intelectual ¿Qué observaciones realizas sobre la participación de las mujeres y sus roles en la poesía y en la cultura?
GGS: En mi caso tiende más bien a una timidez natural, me pongo nerviosa, me tirita el mentón, olvido lo que tengo que decir frente a personas observándome en mesas de conversación e inclusive en lecturas. Prefiero un papel de gestora, de producción, me gusta la adrenalina, el trabajo en terreno, moverme de un lado a otro, no soporto el encierro ni estar sentada dos horas en una mesa de diálogo respondiendo el por qué de la reencarnación del cangrejo. Sólo resisto un rato esas instancias, aunque me gustan, creo que no tengo la personalidad para eso. Las primeras filas no son mi fuerte. Aunque en este encuentro tuvo que ver con un atraso en la entrega de los recursos, hacer un encuentro de poesía latinoamericano cuando los fondos llegan el mes anterior es, digamos en términos de acción, una locura
En el caso de las mujeres y la participación en cultura me parece que como en casi todo ámbito son minoría porque no se les da un papel preponderante a largo plazo, se les dan puestos de alta envergadura social por cuestiones políticas o sociales pero por esta misma razón son removidas rápidamente. Hay ahora una mayor apertura pero el problema de los financiamientos y cese de algunos fondos implican que las actividades culturales sean monopolizadas, establecidas y programadas sólo en fechas determinadas y cumpliendo ciertos parámetros que estén de acorde al mercado. Me parece que el camino, más lento pero más sólido, es la autogestión y/o la postulación a fondos estatales para proyectos de mayor envergadura, aprovechar al máximo los fondos concursables no es venderse, es aprovechar y maximizar recursos disponibles para llevar a cabo una actividad en la que se tienen esperanzas de ser enriquecedora para uno, los participantes y las personas que asistan a los eventos.
RF: Ya que hablamos de Con Rimel ¿Cómo surgió la idea de la realización del Encuentro? ¿Qué reflexiones podés hacer luego de las dos experiencias tan intensas? ¿Qué esperás para el futuro de este proyecto?
GGS: La idea surge por el interés que existe en la literatura de mujeres y la baja difusión que existe de ella. Puede verse en las lecturas de poesía donde, generalmente, los escritores tienen la supremacía numérica, no por mayor talento ni tampoco, obvio, por falta de éste, sino porque funcionan como cofradía. Entonces, es importante destacar a las escritoras que hace décadas han desarrollado un trabajo escritural en silencio, sin aspavientos ni performances ni con otro elemento que no sea su talento y confianza en que lo que hacen; es su pasión perseverando quizás no en la invi-sibilidad pero sí sin el reconocimiento que se merecen, lo mismo con las chicas más jóvenes que yo o de mi edad. Esto es importante para mí en el marco de las lecturas, todos tienen derecho a mostrar su trabajo, a relacionarse con las poetas nacionales y las invitadas extranjeras, no cerrar puertas de comunicación, de amistad, de lazos de cooperación que probablemente no cambiarán nada, o tal vez sí, pero que hacen bien y generan alegría, hermandad, permite salir de la monotonía por tres días en hoteles, bien atendidas, que es lo mínimo que se puede hacer ya que no es posible entregar honorarios por cuestiones de económicas.
Este año me gustaría repetir el encuentro, espero con menos errores porque ya en la segunda versión hay cuestiones que se subsanaron en comparación con las actividades del primer Conrimel en Coquimbo el año 2006. Hay un mayor aprendizaje de producción y manejo de tiempos para las lecturas y otros, ya hay un entrenamiento importante para mejorar las iniciativas venideras. Pretendo hacer hincapié en mesas de conversación y lecturas más cortas. También trabajo con un equipo de personas para hacer un encuentro latinoamericano de editoriales inde-pendientes en Chile, habrá que esperar el resultado de los fondos, pero me gustaría mucho que los editores pudieran tener la oportunidad de conocerse durante varios días, hacer proyectos en común y ayudarse mutuamente en temas como distribución, manejo de presupuestos, líneas editoriales, encuadernación, tipografías, etc. Si no sale el proyecto en los fondos quizás podamos hacer algo con una Universidad pero está por verse.
RF: Sos licenciada, vas por el doctorado, o sea que tenés una frondosa actividad académica… una de las cuestiones que también aparecieron en Conrimel y que tanto Patricia Espinosa como yo problematizamos en nuestras ponencias, es la tensión que sostienen los lenguajes académicos y los lenguajes artísticos. Como poeta y académica – y ser humano - ¿cuál es tu solución o tus reflexiones siendo que estás subjetivamente en el cruce de ese polilingüísmo?
GGS: A mi me gusta estudiar, si tuviera una familia adinerada esa sería mi actividad de por vida, ahora, la poesía es otro asunto para mí. Prefiero el lenguaje llano, simple, comprensible, sin palabras alambi-cadas. No creo que haya un problema en las alusiones culturales, cuando se hace bien pero cuando se abusa de ellas para sobreintelectualizar lo sobreintelectualizable, como el actor escritural, me parece ridículo. Siempre la literatura tuvo un carácter social no se debe olvidar ni pasar por encima de eso, es lo que pienso. Ahora, también, cualquiera tiene derecho a leer lo que le plazca, si alguien quiere leer poesía o narrativa en jerigonza es asunto de cada cual.
RF: Argentina parece ser un país especial para vos, pensando en que aquí se publicó tu primer libro y también en el enorme esfuerzo que hiciste por llevar los contingentes argentinos en los dos Conrimel ¿Cómo es esa relación con la poesía argentina y cómo ves nuestra vida cultural?
GGS: En el 2004 se publicó Papelitos por Eloísa Cartonera; Timo Berger, querido amigo y uno de los organizadores de Latinale en Berlín está muy cercano a la literatura argentina y su lenguaje coloquial; Gambarotta , Rubio y la relación editorial y de amistad con La Calabaza del Diablo; la poesía de Ianammico, Mariasch, Alessio, Pavón, Fischer, Freschi, Medrano, Mallol, Masin y muchas más que he conocido por su escritura y luego perso-nalmente; viajes que hice con mi amigo Gonzalo León escapando de Santiago cuando el dólar estaba bajo (porque ya no me alcanza para ir); las librerías baratas y los libros que en Chile nunca llegan; la diversidad de barrios, su arquitectura; son varias cosas las que me acercan a Argentina. Me interesa muchísimo el trabajo editorial tanto de libros como de revistas, las diversas ferias, lecturas, la estética que han desarrollado a través de los años y que ha influido en Latinoamérica, como es el caso de las cartoneras.
RF: Con esta última pregunta vuelvo a tu poesía y te cuento que en tus poemas me llama la atención la idea de “despojo”, como resto - lo que queda de la noche, del amor, o la violencia- porque moldea al sujeto – lo hace nómade - pero además a su poética - que es también “despojada”, en un punto neutra, a lo sumo grave, pero sin manierismos, estilemas extremos o barroquismo- ¿Cómo piensas la forma poesía y en ese sentido, en qué tradición te estarías ubicando?
GGS: Pienso en la poesía como un oficio que nunca acaba, una elección de vida, de siempre sentirse una diletante, de dejarse caer y volverse a levantar, experienciar la vida, en lo escabroso y lo bello, no dejar nada sin hacer, sentirse satisfecho de lo bueno y lo malo, pienso en el escritor como en un personaje y su habitar una escenografía inmensa que puede estar a sus pies si este se atreve a ver las cosas desde la sencillez, desde lo frágil, lo sublime, contentarse con poco, observar, ponerse en el lugar del otro, nunca sentirse superior, llorar al ver una puesta de sol, que es algo en apariencia cursi pero no cualquiera podría emocionarse así. Creo en la escritura como algo inútil y a la vez como lo más importante de mi vida, creo en la escritura como un acto de arrojo, algo táctil, algo que atrapa, mece, arrastra. Pienso en ella como en una sucesión de fotografías que pasan en un gran telón para un paseante que se sienta en una banca de plaza.
Gladys González despedida poema perteneciente al libro inédito hospicio
me recuesto en la cama
mirando el techo
estas murallas
llenas de papeles adhesivos
escritos
tachados
abro
y cierro los ojos
encegueciéndome
con la luz de la ampolleta
salgo y entro al pasado
sin deseos de hacerlo
como un efecto
de esta despedida
que no tengo deseos
de perseguir
estiro un brazo
y observo mi mano
su aspecto
no es el que recordaba
una mano huesuda
venosa
los dedos engarfados
las uñas amarillas
tres nudillos rotos
el temblor intermitente
del alcohol
y la abstinencia
no tengo deseos
de jugar en la oscuridad
solo quiero estar aquí
observando
mi mano
las citas y fechas perdidas
que alguna vez
me comprometí a cumplir
y que dejé abandonadas
quiero dormir
hasta el día siguiente
sin meditar
ni enjuiciarme
sin despertar con resaca
con los ojos pegados
por la pintura negra
y los labios quemados
ya no quiero
estar en batalla
conmigo misma
tan sólo quiero
no levantarme de la cama
descansar
de estos últimos años.
Plebella editó junto a su número 22 la antología Ninguna Disculpa, que selecciona poemas de Hospicio, libro inédito y los libros Aire Quemado y Gran Avenida, de Gladys González Solís. Ninguna Disculpa, antología plebella, se consigue solamente con la suscripción de Plebella.