....poesía actual

 

La demora
Carlos Battilana
Bs. As. Editorial Siesta, 2003
Por Walter Ch. Viegas

En La demora el paso del tiempo es motivo esencial para la escritura. Ese círculo que se menciona tantas veces en el libro se prefigura como el tiempo cerrado de la vida humana, el reloj que gira sin descanso con su ciclo de nacimiento, procreación y muerte. Tres generaciones conviven en estos poemas: los niños, el progenitor y ciertos ausentes y fantasmas (el padre, la muerta). En el discurrir entre el nacimiento y la muerte no hay otras opciones para el escritor más que cotidianeidad y poesía.

Ya desde los epígrafes se enuncian los temas presentes en el libro: Borges, Martí y Schvartz introducen la idea de un pasado cerrado sobre sí mismo (como lo es toda vida desde su mismo inicio) y el deseo de permanecer en este mundo (posibilidad que ofrece la escritura) junto con las cosas materiales que acompañan –y construyen- la vida cotidiana (el dinero, la pasión, el amor).

La primera parte da título al libro. La demora no es otra cosa más que los días que separan al poeta de la muerte, vislumbrada como una promesa, “...algo / de lo que no estamos seguros”. En ese tiempo debe encontrar una voz propia “para no decir / que esto / es esto otro, / para no usar palabras / que los escribas cansados / se permiten / sin acertar” y desarrollar una estética propia: “?en qué modelo / basa su canto / el triste?”. Todo es minúsculo en el mundo donde transcurre dicha tarea, pues minúscula es la duración de cuanto habita en él (“este minúsculo aire”, “hojas, ramas, plantas / minúsculas”). Es por causa de esa misma intemperie que las palabras derivan de las cosas, a pesar de que un “...mínimo indicio / de los objetos, de las formas, / de esa materia / que se resiste” plantee la dificultad de nombrar al mundo de una manera perdurable.

En la segunda parte, Viajantes, se confirma la idea de los cuerpos en tránsito: ¿qué es el viaje más que el trayecto de un punto a otro? En ese transcurso hacia la muerte inevitable, el poeta se reconoce como tal: “y la equivalencia / entre el hilo invisible / de mi sangre / y el hilo invisible de mi voz / hace mucho / se ha roto”. La voz en el poema y la existencia terrenal avanzan por caminos separados hacia el derrumbe final o la perduración: uno es el hombre y otro el poeta. No es la vida la que ofrece alguna certeza, abocado el poeta a la tarea de “sitiar la precisa palabra / que incorpore / lo perdurable”. Entre esa búsqueda de lo infinito y la cotidianeidad de la TV como refugio, existe el modo de encontrar “lo que tiene de preciso / el día”, es decir, el transcurso. El objetivo del poeta es obsesivo cuando anuncia: “descuido lo real / y me hago un sitio / para mí. Para las Letras.”

La tercera y última parte se titula Paseo; ya no los que se encuentran en tránsito sino la experiencia misma, el goce del momento. El deseo y el placer por la escritura, la poesía que parece poder “calibrar / con precisión / aquello / que como un gusano / roe / lo más preciado / del dolor...” se convierten en la clave para luchar contra la final desaparición. Aparece la crítica, como una entidad indolente que decide ignorar la feroz acechanza de la muerte al poeta que, atemorizado, ahora se reconoce como hombre (un cuerpo en tránsito) en “un corazón partido, / un hongo / la parte que el hígado desecha.” En ese reconocimiento subyace un ruego a aquellos hipotéticos lectores para que “no lastimen / lo que de mi / entrego” como única instancia de identidad posible. En ese reconocimiento como humano afirma: “No escribo. Sólo / junto palabras” y se volverá a la vida, a lo cotidiano, en donde la cultura (la escritura, la poesía, la crítica) “no es más que información” y el amor afecta con su alquimia las transformaciones de la vida.

Carlos Battilana (1964) elige evitar la inscripción de su poética dentro de tendencias neobarrocas y neorrealistas, en un momento en que la poesía se divide mayormente entre esas dos aguas, entregando una voz introspectiva que cuestiona dichas tendencias desde la sencillez. Si bien rechaza estas formas transitadas actualmente por muchos, tampoco adopta el registro de la vanguardia (por otro lado, inexistente en la actualidad), incorporándose así al panorama de la poesía argentina contemporánea en ese punto de humildad extrema que le brinda reconocerse finito más allá de la perduración de su escritura.